jueves, 5 de enero de 2012

El sueño de Oengus

Una noche Oengus, hijo del dios Dagda y de Boann, diosa del rio Boyne, soñó con la joven más bella del mundo. Pero en el sueño, cada vez que se acercaba a ella, la joven desaparecía. Lo mismo sucedía todas las noches, durante un año entero, hasta la salud de Oengus, enfermo de amor, comenzó a sufrir.

De todos los médicos de Irlanda solo Fingin, el doctor del rey Conchobar, pudo diagnosticar la causa del mal: determinó que se trataba de amor por la jóven ausente. Aconsejó al Dagda que enviara a Oengus con su madre, y que juntos recorrieran Irlanda en búsqueda de una joven que se pareciera a la de su visión. Aceptaron el consejo, pero la búsqueda duró un año y fue vana. El Dagda, como rey de las colinas de las Hadas, estaba desconcertado: ni siquiera él sabía algo acerca del paradero de la joven. Así que acudieron a Bodhbh, rey de las colinas de las hadas de Munster; y le pidieron que buscara a la mujer soñada por Oengus. Después de un año, Bodhbh encontró por fin a la joven acompañada por cincuenta doncellas, en el lago Bel Dragon, Connaught. Su nombre era Caer Ibhormeith, y era tan bella como Oengus la había soñado. El joven se encontró con sus padres en Newgrange para darles la noticia, y el Dagda prometió acudir al rey Ailill y la reina Maeve de Connaught para pedir la mano de la joven para su hijo. Pero ellos no tenían el poder de darsela. Entonces llamaron a Ethal Anbhuail, el padre de la joven, que se negó a acudir. Enojados por esta actitud, los leales a Oengus atacaron la colina donde Ethal vivía, y lo tomaron prisionero. Pero aún así, no pudo dar la mano de su hija a Oengus: el poder mágico de la joven era aún mas fuerte que el de su padre. Sin embargo, Ethal les reveló un secreto: En el próximo festival de Samhain, su hija iba a estar en el lago pero no en forma de mujer, sino de ave. Ciento cincuenta cisnes la rodearían.

Oengus esperó hasta la fecha señalada. La noche de Samhain fue al lago, y llamó a su amada. Ella se le acercó. Cuando Oengus la abrazó, ambos se convirtieron en cisnes. Así durmieron abrazados y enamorados. Al despertar, dieron tres vueltas alrededor del lago y después volaron hacia Newgrange, donde cantaron juntos una canción que adormeció a los habitantes de la región por tres días y tres noches. Y Caer se quedó con Oengus para siempre.

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