Aunque tradicionalmente se considera el 1 de noviembre como el comienzo del año celta, en la antigua Irlanda no existían calendarios mecánicos o inflexibles. Esta fiesta se celebraba siempre en la primera luna llena del ciclo invernal.
Los celtas creían que en esa noche la ventana que separaba el mundo de los vivos y el de los muertos desaparecía y que en la víspera, las almas de los muertos regresaban a visitar hogares terrenales. Para mantener a estos espíritus contentos y alejar los malos de sus hogares, dejaban comida o dulces fuera de sus hogares (una tradición que se convirtió en lo que hoy hacen los niños yendo de casa en casa pidiendo dulces).
Después de que los romanos conquistaran a los celtas, se determinó que la manera de convertir a los celtas al cristianismo era adoptando el festival de los celtas y reconvertirlo en uno cristiano. Así Samhain se convirtió en el día de Todos los Santos.
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