En la mitología griega, Artemisa o Ártemis es la hija de Zeus y Leto, la hermana melliza de Apolo. Solía ser representada como una diosa virgen de la caza, llevando un arco y flechas. Más tarde pasó a estar asociada con la luna, como su hermano Apolo lo estaba con el sol. Fue una de las deidades más ampliamente veneradas y una de las más antiguas. En épocas posteriores fue mezclada con la diosa Diana de la mitología romana. En la mitología etrusca, tomaba la forma de Artume.
Cuando Hera descubrió que Leto estaba embarazada de su marido Zeus, prohibió que Leto diera a luz en cualquier lugar donde diera el sol. Además, la serpiente Pitón se puso a perseguir a Leto.
Pero Zeus envió al viento Aquilón para que recogiera a Leto y la llevara junto a Poseidón. Éste la llevó a la isla Ortigia (la cual había sido desgajada del fondo marino por Zeus para poder eludir la prohibición de la celosa Hera) y la cubrió con sus olas. Allí Leto dio a luz, agarrándose a un olivo, a Apolo y a Artemisa. Más tarde, la isla de Ortigia fue llamada Delos y Apolo mató a Pitón para vengar los sufrimientos de su madre.
Según cuenta una tradición, Artemisa nació antes que su hermano y ayudó a su madre a dar a luz a Apolo. En otra, la isla de Ortigia es una isla distinta de Delos. En la primera nació Artemisa y en la segunda, Apolo.
La infancia de Artemisa no está recogida en ningún mito conservado: la Ilíada reducía la figura de la pavorosa diosa a una niña que, tras haber sido azotada por Hera, subía al regazo de Zeus. El poeta Calímaco imaginó a la diosa "que se entretiene en las montañas con el arco" en algunas escenas encantadoras: a los tres años, Artemisa pidió a su padre, Zeus, mientras estaba sentada en su rodilla, que le concediese varios deseos. Pidió permanecer casta toda la eternidad y no ser atrapada en el matrimonio, sabuesos de orejas cortadas, ciervos para tirar de su carro, veinte ninfas Amnísides como compañeras de caza, y "sesenta bailarinas oceánides, todas de nueve años". Zeus accedió a sus deseos. Todas sus compañeras permanecieron vírgenes y ella guardó celosamente su castidad.
En una ocasión, Artemisa estaba bañándose desnuda en el bosque en compañía de su coro de ninfas, cuando el príncipe tebano y cazador Acteón, que pasaba por allí, la vio inintencionadamente. Pero las ninfas lo descubrieron y corrieron a tapar a Artemisa. Ésta se disgustó tanto por haber sido contemplada desnuda, que arrojó agua al rostro de Acteón, lo transformó en un ciervo e incitó a sus propios sabuesos a que lo atacaran. Éstos lo destrozaron sin saber que el ciervo que cazaban era su propio dueño. Aunque, según otra tradición, Acteón habría alardeado imprudentemente en cierta ocasión de ser mejor cazador que Artemisa, y ésta, para castigar su jactancia, le habría transformado en un venado que fue devorado por sus sabuesos.
En algunas versiones de la historia de Adonis, Artemisa o Ares (su amante en esta historia) enviaban un jabalí a matarle. Esta versión es sospechosa porque implica que Artemisa mantuvo relaciones con Ares y, sin embargo, virtualmente todas las fuentes coinciden en que se mantuvo casta todo el tiempo.
Es importante advertir que el concepto de "virginidad" es bastante diferente del actual. En aquella época se cree extrañamente que se consideraba una mujer virgen a la mujer soltera, sin ataduras con hombre alguno, apoyando así la naturaleza indomable de Artemisa.
Artemisa mataba a cualquiera de sus compañeras que perdiese su virginidad, tales como Mera y Calisto. Esta última perdió su virginidad con Zeus, que se había presentado disfrazado como Apolo o, en otras versiones, como la propia Artemisa. Calisto fue transformada en osa por Zeus, Artemisa o Hera. El hijo que había tenido con Zeus, Arcas, casi mató a su madre mientras cazaba, pero Zeus o Artemisa le detuvieron y subieron a ambos al cielo como la Osa Mayor y la Osa Menor. En otra versión, Artemisa persiguió y mató a Calisto antes de que Zeus la pusiera entre las constelaciones.
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